domingo, 15 de febrero de 2015

LA ESPONTANEIDAD EN EL TERAPEUTA / PERSONA

            En Terapia Gestalt damos máxima importancia al afinamiento de la actitud del terapeuta para que a través de la relación paciente-terapeuta pueda darse el curativo contagio de salud que ayuda a SER. Entendiendo por SER el estar aquí y ahora, estar consciente y ser responsable de nuestras acciones, sentimientos y pensamientos.


             La espontaneidad natural ( desde el punto de vista Gestaltista sintetiza la espontaneidad y la atención deliberada) es inherente al desarrollo del SER,  ya que es la manifestación en el puro presente de la sabiduría del organismo.

              La autorregulación organísmica es más allá de los opuestos y se expresa espontáneamente  ( recogerse, explayarse, reír, callar, descansar, bailar, enfadarme, tolerar...) para que restablezcamos nuestra salud. Sólo es posible que tome el timón hacia nuestro bienestar cuando el ego deja de interferir.

                Fritz Perls decía algo así como  que tenemos muchos personajes y que solo podemos ser felices cuando les tiramos por la ventana. Como terapeutas / personas necesitamos al menos silenciar las voces de estos personajes para que la única voz que escuchemos sea la de nuestra propia autoridad.

                 Cuantísimas veces he escuchado a Paco Peñarrubia decir que hacer terapia es acompañar procesos y ser testigos de lo que les ocurre a los pacientes ( no intentar cambiarles o mejorarles), para facilitar así el autoencuentro que conlleva el autoapoyo.

                  El corazón maduro no es exigente, suelta los ideales de la mente y no busca perfeccionarnos ( ni a nuestras maneras de proceder, ni a nuestros cuerpos, ni a nuestros sentimientos...). Comprendo el desarrollo psicoespiritual como un camino de liberación,  espontaneidad y amor; no como un camino de ambición para alcanzar triunfo ni logros. En todo caso, recuperar la frescura del niño que fuimos con la conciencia y el autocuidado del adulto.

                   Annie Chevreux me ha mostrado  ( a pesar de mi empeño en llenarme de recetas y teorías del buen vivir)  la actitud de apertura del eterno aprendiz, que a menudo forma parte natural de mi vida y de mi trabajo, en grupos y en consulta. Es una puerta a la plenitud, un abrirse a la realidad para poder vivirla . Soltar clasificaciones, ideales, empeños, juicios, conclusiones definitivas... Descubrir la vida según va ocurriendo, con el asombro y la entereza de cuando uno siente apertura. Despertar los sentidos y decirle "SI a la vida", anclada en un lugar profundo de mi pecho donde la alegría y la tristeza conviven entremezcladas.

             En el Budismo, que hace 15 años practico y estudio con la intención de integrar en el día a día, encontramos una poderosa herramienta y un buen aliado para domesticar la mente y aprender a soltar enredos que nos alejan del ser. El  conocimiento de nuestra mente permite recogerla y asentarla ( o por lo menos darle espaciosidad para no identificarnos) cuando los personajes que la ocupan se alborotan.

               En esta misma línea, el psicoanalista Bion, tomado como inspiración y fuente en la creación de la Terapia Gestalt, decía que un buen terapeuta trabaja sin memoria ni deseo. Esto significa que la actitud en la que como terapeutas / personas podemos encontrar refugio (descansar, trabajar...) y a la vez buen vivir, es cuando nos apoyamos en nuestra experiencia del presente inmediato.
 
Afiancémonos en el trazo de nuestro propio caminar.


                     En este sentido, con la esencia del Psicodrama Psicoanalítico aprendida de corazón con Daniel Valiente, he podido entender la importancia de soltar normas y deberías (que son sólo ecos de los personajes que habitan nuestro mundo interno),  alumbrando lo que si queremos y no queremos;   dejándonos en paz en nuestras vivencias, maneras y peculiaridades . También, comprender que no somos nuestras relaciones; vaciarnos del exceso de otros en nuestro ruido mental y soltar enganches emocionales y dependencias, para ser  independientes y autoabastecernos. El hedonismo natural como vía al amor por uno mismo y el consiguiente autoapoyo. De la misma manera, relacionarnos con quien deseamos y como deseamos.   Dejarme en paz, y al otro también. Yo soy libre, tu eres libre, el otro es libre.   Poco a poco ir creando el mundo que quiero vivir, un territorio de bienestar cotidiano.

                   Mi cachorro Pablo tiene 9 años, manifiesta su ya no tan inocente sabiduría cuando dice que si no fuese por nuestros personajes internos no seríamos nada. Así es. Dice que la vida es lo que ocurre y así justifica algunas de sus divinas diabluras. Por un lado, descansar en la no importancia personal y por otro, respetar cualquier expresión que de nosotros nace como fuente genuina de autoapoyo. Observar a mis hijos y a la naturaleza en los últimos años ha sido fuente inagotable de conocimiento de la autorregulación organísmica expresarse espontàneamente. Todos nosotros podemos tener ejemplos de cómo las plantas, niños y animales se autorregulan hacia su salud.

                  Claudio Naranjo afirma que necesitamos soltar el servicio psicológico y el autoanálisis para poder ser felices; soltar el ego y cantar, adentrarnos en la espontaneidad fuente de alegría vital. Somos seres pulsantes que empezamos a enfermar con el comienzo de la civilización y el consiguiente sobredesarrollo del hemisferio cerebral izquierdo. Poner  atención a la espontaneidad vibrante y dejar de hacer para que todo pase a través de nosotros es camino de bienestar y de dar vida a nuestro anestesiado hemisferio derecho.

                  Cuando empecé en mayo del 2013 a trabajar en el Centro Gestalt Cervantes, me dí cuenta de que quería aportar a la Terapia Gestalt, que estaba en deuda con ella por lo mucho que me había dado a mí. A la vez, impulsaba por la libertad y confianza que Paco y Annie me han transmitido, he seguido el hilo de mi arte y dónde deseo de veras aportar. Aquí estoy pues, temerosa y valiente, proponiendo estos talleres de postgrado, con la intención  de acompañar a los terapeutas a explorar, conocer, cultivar y cuidar su espontaneidad, a la vez que a aprender mientras trabajo.
 
           ...Escuchar nuestro latido, descubrir nuestras verdades, dejarnos pulsar con lo que surja natural, seguir el hilo de nuestro deseo, encontrar el propio ritmo; comprendernos de veras , que no es otra cosa que aunar el pensar con el sentir y el hacer. Sencillamente.

               Es un contrasentido que, como terapeutas / personas, tengamos exceso en "mejorarnos" ( y a los pacientes, compañeros, hijos, parejas...qué cansado por dios!) con nuevas normas adquiridas con nuestros procesos de crecimiento (añadidas a las que traemos de educación ). Soltar deberías, propios y ajenos.. Además, soltar la búsqueda, no ser esclavos de ella para poder recuperar  la espontaneidad natural del ser. Estar satisfechos y cómodos con lo nuestro. Autoapoyarnos para crear un territorio de bienestar cotidiano. ¡Cuanto daño nos hacemos ( yo la primera), pensando que hay alguna situación ideal a la que llegar! . Quiero de veras una tregua conmigo y la apertura a la espontaneidad que surge natural (en mí, en el otro y en la situación), me brinda descanso contento en este trozo de camino. Desde esta vivencia y con mi bagaje  profesional hago esta propuesta de trabajo para terapeutas.

martes, 17 de abril de 2012


TERAPIA PARA LA BUENA VIDA




"MADURAR ESPIRITUALMENTE ES SOLTAR LOS MODOS RÍGIDOS E IDEALISTAS DE SER Y DESCUBRIR LA FLEXIBILIDAD Y ALEGRÍA EN NUESTRA VIDA". Jack Knorfield